En los programas culturales de televisión hablan de la feria de arte como si hablaran de la bolsa. Siempre hay un hueco para la economía. Secciones dedicadas a coleccionistas que coleccionan arte como quien colecciona llaveros de los pueblos de España.

Souvenires, recuerdos, un pasatiempo. Sin expresión, sin comunicación, sin actividad intelectual, sólo adorno. La cultura ya es sólo un mueble. Pulido y barnizado. Doméstico y domesticado. A juego con las cortinas.

Así hasta que pasear por ARCO sea recorrer los pasillos asépticos de un hospital donde un domingo por la tarde has llegado para visitar a los sectores culturales de todo un pueblo en habitaciones con cuadros feos de flores feas y esperando que además te den la propina en su agonía.

Libros, canciones, dibujos, fotografías, películas, obras de teatro… Una persecución institucionalizada para educarnos en el silencio. Para empobrecernos los pensamientos y los cuerpos. Para que la cultura sea sólo recuerdos, souvenires para saber dónde estuvimos cuando quisimos tener libertad de expresión. Para que sólo los pintores de la Corte puedan crear.

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