Seguramente alguno de vosotros conozca ya la serie “Years & years”. En ella se narra la vida de una familia británica a lo largo de los años venideros, la era post Brexit, una época en la que la sociedad deriva de forma progresiva hacía una distopía (por contrario de utopía) completamente deshumanizada. En algunos aspectos, la serie se acerca también a ese futuro desnaturalizado dibujado en otra serie, “Black Mirror”, y ambas deben buena parte de sus opresivas previsiones a la novela que tan acertada e irónicamente Aldous Huxley tituló – o más bien sus traductores – “Un mundo feliz”.
En “Un mundo Feliz”, Huxley trataba de imaginar el ideal de felicidad que acabaría por proporcionar a la humanidad los avances tecnológicos y sociales surgidos en las primeras décadas del siglo XX, cuando el practicismo industrial y capitalista acabaría por desvestir a la humanidad de toda capacidad de decisión accesoria confinándola a una existencia meramente productiva, en la que incluso la satisfacción de los placeres se efectuaría de forma maquinal.
Más allá de su pesimismo, las predicciones de Huxley han demostrado no andar tan desencaminadas. Parece que nos dirigimos a un mundo que se va tornando más artificial. Como individuos nos sentimos cada día más atomizados, separados del entorno, de la comunidad. Las relaciones con otros seres comienzan a ser, en buena parte, gestionadas a través de móviles u otras interfaces tecnológicas, perdiendo en el proceso la percepción de humanidad en el otro. De hecho, en muchos de nuestras situaciones cotidianas hemos optado por evitar a toda costa interactuar con otros seres humanos, sustituyéndolos por máquinas. Paradójicamente, a pesar de tener a nuestro alcance las mayores facilidades de conexión con el resto del mundo que a lo largo de la historia pudiéramos imaginar, es precisamente esto mismo lo que nos ha aislado de nuestro entorno. Como dijo el filósofo Zigmunt Bauman, somos seres desconectados en constante conexión.
A esto además se suma el expolio al que la sociedad postindustrial ha sometido a la naturaleza, abocándonos a un futuro desolador en cuanto afecta a nuestro medio ambiente. La crisis climática producida por la sobreexplotación de los recursos naturales, la contaminación y los excesos de la sociedad de consumo parece cada día más insalvable.
Pero frente a esta inevitabilidad que el actual sistema nos plantea, surge una resistencia. La de aquellas personas que decidimos agruparnos en la búsqueda de alternativas a un futuro demasiado gris. Que decidimos que merece la pena apostar por la solidaridad, la cooperación, la equidad, la sostenibilidad, la justicia, la corresponsabilidad… en definitiva, por una sociedad en la que las relaciones humanas y con el entorno importen más que el exclusivo interés por la acumulación de riquezas.
Desde el Supermercado Cooperativo de La Osa apoyamos esa visión y consideramos que es importante comenzar nuestro activismo en pos de un futuro más sostenible desde nuestra actividad más cotidiana, que es nuestra cesta de la compra. Decidimos que es importante elegir poner nuestro dinero en un proyecto que impulsa aquellos ideales en los que creemos. Que queremos consumir de forma responsable – y respetuosa – con nuestro entorno, con nuestro medio ambiente, con nuestra comunidad y con el resto de personas con las que compartimos este planeta. Que nuestro bienestar es importante, pero que también lo es – y lo es de forma retroactiva – el bienestar de nuestros semejantes. Que si bien es justo conseguir un buen producto a un buen precio, también lo es que el agricultor, o ganadero, o el trabajador del campo, obtengan un trato justo. Fomentamos y luchamos por una alimentación más sana para nosotras, pero también para nuestra naturaleza. Sin pesticidas, sin embalajes innecesarios, sin plásticos, sin contaminación y de proximidad.
Por último, en La Osa consideramos que es indispensable construir el tejido social necesario que ayude a promover otros proyectos similares. Creemos que es fundamental compartir la responsabilidad y la capacidad de decisión para lograr una transformación real, por eso fomentamos la participación en cada uno de los procesos del Supermercado. Ponemos en valor el conocimiento de nuestras socias promoviendo su participación, además de en la asamblea, en las diferentes comisiones creadas, y creemos que esta simbiosis ayudará a generar un flujo de talento hacia otros ámbitos de nuestra sociedad.
La Osa no es perfecta, aunque aspira a situarse lo más cerca posible de esa idea de perfección, por eso necesitamos que más y más personas confíen en este proyecto, se unan y participen en él, porque cuantas más seamos, más posibilidades tendremos de ser mejores.